La Perricholi, t. 2

202 M A R I A J • A L V A R A D O R 1 V E R A FRANCISCO.-Aunque me dierais todo el tesoro del rescate de Atahualpa, no podría, doña Marianita. MARIANITA.-Pero no seáis malo, Francisco. FRANCISCO.-Aunque fuera el m~smo San Fr·an· cisco de Asís, mi santo patrono que del cielo goza, y que tanto amaba al prójimo, no me sería posible con1.placeros. MARIANITA.-¡ Dios mío! ¿Qué pasa que no po- déis avisar le? . FRANCISCO.-No os aflijáis: es que ya no está aqúí. MARIANITA.-¿ Qué no está aquí? ¿Le han dado libertad? FRANCISCO.-Aun no. MARIANITA.-¿ Entonces-? FRANCISCO.-No os asustéis: le han llevado a la Cárcel de Corte. MARIANITA.-¿ No me engañáis? .FRANCISCO.-Por esta cruz (beso) que os digo verdad. MARIANITA.-Gracias por vuestra bondad, Fran- cisco. Tomad (Sonido de monedas) y después que salga , Manuel, y se arregle todo, tened la seguridad que os da· remos pruebas de vuestro agradecimiento. Ahora me voy a la Cárcel. FR.ANCISCO.-Que Dios os acompañe. 1\1ARIANITA (Pasos).-Ambrosio, vamos a la Cár- cel de Corte. (RUIDO DE LA CALESA). * * * LOCUTOR: La Cárcel de Corte de la ciudad ocupaba el local \ donde se estableció después la Intendencia de Policía, que funcionaba hasta hace pocos años en el Palacio de Gobierno, · hacia el lado de Pescadería. Allí el hijo del Virrey don Manuel Amat.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx