La Perricholi, t. 2

200 MARI A r. ALVARADO RIVERA MANUELITO.-·Y nosotros, doi1 Alonso, ¿qué ha· remos? ALONSO.-Juguemos también. MANUELITO.-No: he jurado no volver a tocar una carta. ·(SE 'ABRE UNA PUERTA. - PASOS>. LOSTAUNAU.-Dios os guarde, don Manuel. MANUELITO.-A vos también, capitán. LOSTAUNAU.-; Y .cómo os va por este castillo? l\IIANUE_LITO.-Podéis comprenderlo·. LOSTAUNAU.-Yo os · recomendé a la guardia. , MANUELITO.-_-Gracias, capltán. LOSTAUN A U.-Don Manuel, traigo orden... MANUELITo.-·¿De ponerme en libertad? LOST A UNAU.-Desgtaciadamente, aún ho ha lle- gado ese momento. ' MANUELITO.-Entonces, ¿de qué es la orden? LOSTAUNAU.-¡ºué diablos!... Esta tempestad pasar.l ... Tei1ed ánimo. - · MANUELITO.-Decid sin ambajes: no soy una da- ma. LOSTAUNAU.--Tenéis razón: sois· todo un hom- bre. Tengo orden de camb1aros de alojamiento ... p~ro no os pongáis lívido. · . . / l\'1AN~ELITO (Con mal contenida emod6.n).-¿ Me mandan a Filipinas? LOSTAUNAU.-No tan lejos, amigo; tranquili- zaos: sólo vais a la Cárcel de Corte de esta ciudad. MANUELITO (Risueño).-¡ Todo sea por el amor! LOSTAUNAU.-¿ Vuestras .prendas? · MANUELITO.-Aquí están; ya veis: es bien lige- ro mi atadijo. <RIE). LOSTAUNAU.-Vamos, pues: esta vez os llevo con más pompa, en calesa. MANUELITO.-No puedo quejarme de mi buena