La Perricholi, t. 2

MARI A J. · ALVARADÓ RIVERA ------·~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~--- LOCUTOR: De los veinte testigos informantes en el proceso so- bre la conducta de lVIariana, sólo hay cinco declaraciones en su favor, entre la.s que se cuentan las de la madre Di- rectora de Copacabana y la de fray Manuel de Manza- no. Escu,chad: \ SUPERIORA.-Señor Juez, yo tengo a Mariana por una mujer honesta. He presenciado su desesperación cuando sufrió la desgracia en casa de doña Juana Cas• tro·, y no es .posible que se pueda simular todo el dolor ._y . amargura que revelaba y que me costaba gran esfuerzo calmar. JUEZ.-¿ Tenéis algo más que agregar? SUPERIORA.-Sé de ella sentimientos muy no- bles; uno de estos fué aceptar la maternidad, aun cuan- do fuera por aquella causa tan terrible. Aceptó la mater- nidad -decía- desechando · los perniciosos consejos, que no faltó quien le diera, de desamparar .a la ·niñita que tuvo. JUEZ.-¿ Qué sabéis de su conducta en Lurín? SUPERIORA.-Fuí yo quien la recomendó al maes- tro de obras Antonio Iglesias, por intermedio del padre Manuel de Manzano, de la orden de nuestro seráfico pa-_ dre San Francisco. JUEZ.-¿ Qué datos tenéis de su permanencia. en Lu· rín? SUPERIORA.-Supe que ño Antonio la había tra- tado siempre con mucho cariño y _ respeto, empeñándose _en arrancarla de su continua tristeza. JUEZ.-¿ Tenéis algo más que agregar? SUPERIORA.-Sí, señor juez, debo decir que siem- pre tuvo mucho recato, y qut salió del Beaterio sólo por la oposición que doña l\1icaela hacía a que se casara con su hijo, don Manuel Amat, y porque .éste le dijo que era el .único medio de realizar el matrimonio. * • *

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