La Perricholi, t. 2

i A PERRICHOLl 195 cirlo, exactamente igual que la mujer de Putifar al cas~ to José. * JVEZ.-¿ Cómo terminó esa escena? JUANA.-Creyendo a mi esposo, porque....._es un san• to y un perfecto caballero, le increpé su conducta, su des- verg~'enza, su ingratitud, y la boté de mi casa. JUEZ.-Pero ella, ¿no se d.efendió de la acusación de ,vuestr_o marido? JUANA.-Sí, gritaba la muy . descocada diciendo _ que sé yo que indecencias. No quise mancharme los oí- dos escuchándola y la hice salir presto. JUEZ.-¿ Sabéis qué conducta observó en lo suce- sivo? JUANA.-· Estuvo en el Beaterio de Copacabana unos ~neses; salió donde una tía y tuvo una niña que murió... Después se fué a Lurín, y allí vivió en relaciones ilícitas . con el maestro de obras, el carpintero Antonio Iglesias, un zambo... Y a veis, Señoría, qué clase de mujer es ... JUEZ.-¿ Qué otras informaciones , podéis dar de la vida de doña Mariana? JUANA.-También tuvo relaciones con el ayudan- te. del Fiscal del Crimen, don Isidoro Olivera, en el ni.is - 1110 pt,1eblo de Lurín. JUEZ.-¿ Tenéis algo más que decir referente a do· ña Mariana? JUANA.-De Lurín volvió al convento de Copaca- qana, de .donde ,salió a la casa de doña Micaela Villegas, para s~dµcir al hijo de ésta, don Manuel Amat. JUEZ.-Se va a dar . lectura a vuestra declaración para que firméis. · JUANA.-Esperad, esperad, señor escribano, y agre- gad que es una mujer impura, amancebada, ~in ápice de decoro. , * * *

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx