La Perricholi, t. 2

t A is MANUELITO.-No, ña Trini, ¿cómo voy a pegé,lr a una mujer? CARMENCITA.-Quiere casarse conmigo, mamita. Ñ A TRINI.-¿ Eh? ¿Cómo? MANUELITO.-Sí, ña Trini: yo le decía a Car- mencita que cuando fuéramos grandes le pediría a Ud. su mano. ¿No querríais, doña Trini, que nos casemos? ÑA TRINI.-Lo que yo quiero es que vuestra ma• dre os raje sin compasión, para que no seáis tan adelan-, tado, y ahora mesmito se lo voy a contar todo a doña 1:Ii- caela, para que acabe de conocer a la alhaja que tiene por hijo. Vas a ver, mocoso atrevido. ECHARRI.-¿ Dónde vais, ña Trini? ÑA TRINI.-¡Ah! ¿Estabáis aquí? ECHARRI.-Sí, desde el principio. . Estuve oculto detrás del rosal y lo he oído todo... ÑA TRINI.-Entonces... ECHARRI.-Esperad que se alejen los niños. Ve,- Manuelito, con Mónica, caminando a casa; ya voy yo. Y tú, Carmencita, sigue adonde tu madrina. Ya irá tam- bién tu mamita. CARMENCITA (Llorosa).-¡ Madre, yo no quiero casarme; no vayáis a consentir! ECHARRI.-Ve tranquila, niña, que no te casarán. (Ríe). No dirá lo mismo dentro de cuatro años. Ñ A TRINI.-Ese niño Manuelito le está abriendo los ojos a mi hija, y yo se lo tengo que decir a doña :Mi- caela, para que corte las alas al pajarraco. ECHARRI.-No lo llevéis tan en serio, ña Trini; lo ha dicho sin malicia. El chico podrá ser muy matape- rro; pero es inocente aún. ÑA TRINI.--Sí, sí, muy inocente... Ya veis cómo le hablaba a mi hija de matrimonio, y a mi misma se atre• vió a decírmelo. ECHARRI.-Por inocente lo ha hecho, mu1er, que si, hubiese malicia en él, no se atrevería.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx