La Perricholi, t. 2

L A PERRICHOLI 183 BARBA.-Por la venalidad de un juez, que ha co- metido un atropello; pero hay una justicia más alta y a ella iremos. MICAELA.-Empleáis mal vuestra elocuencia, en la de.fensa de una mujer sin honestidad, y sin conciencia, que no tiene más mira que hacer un matrimonio venta- joso para vivir en el fausto. BARBA.-Doña Micaela, Marianita es hija legíti- ma, os lo vuelvo a repetir, y no ha faltado a su recato, m por interés, ni por libertinaje. MICAELA (Con voz de amenaza).-¡ Don Antonio! BARBA.-Lo primero fué una desgracia; lo segun• do por vuestra oposición, y porque ama y fía en la pala- bra de don Manuel. Ella no busca su dinero, sino su nombre y su cariño. MICAELA.-¡ Salid, salid de mi casa, y dad gracias que no os haga pagar vuestras insolencias! BARBA.-Pedidle a vuestro gran amigo, el señor Alcalde de Corte, que dé otra orden de prisión contra mí. Que Dios os ilumine. IPASOSJ. MICAELA.-¡ Me ha insultado!... ¡Ha aludido a mi pasado!... ¡Miserable! Pero no me intimida: por lo mis- mo que sufro esa afrenta, quiero borrarla de la vida de mi hijo ... ¡Que la murmuración no pueda arrojar nunca una mancha en su familia! * * .. LOCUTOR: En la panadería de San Francisco, donde se detenía a los jóvenes decentes , fray Antonio de Campusano. CAJVIPUSANO.--Hijo mío, una madre siE;mpre an- hela lo mejor para sus hijos. Si doña Micaela se opone a tu matrimonio con Mariana, es porque comprende que - no te conviene esa niña para esposa. MANUELITO.-Es un ángel, os lo aseguro padre.

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