La Perricholi, t. 2

~· L A PEllfttCHOLl JORNADA VEINTISIETE LOCUTOR: 1'11 Haciendo uso ele nuestro privilegio de sutileza, pe- netremos silenciosamente en el humilde rancho refugio de los amores de Manuelito Amat y Marianita Vergara. Es de noche y el reducido cuarto s~ halla casi a obscu- ras, pues la macilenta luz del candil, colocado sobre la mesa, apenas alcanza a alúmbrar débilmente un peque· ñó círculo. MARIANITA.-¿ Por qué te maltratas la vista, es- cribiendo casi a obscuras, Manuel? MANUELITO.-Porque es necesario, amor mío. MARIANITA.-Pero, ¿es de tanta urgencia? El candil apenas da luz... Escribe mañana. MANUEL.-No, mi bien: he ido descuidando ha- cer esto; porque no tengo ojos sino para mirarte... Mas, es un deber, y quiero cumplirlo en este mismo momen- to. Y a voy a terminar. MARIANITA.-Termina, pues, si tienes tanto em- peño. l\/IANUELITO.-Ya está... tómalo... es para tí. JVIARIANITA (Sorprendida).-¿ Para mí? MANUELITó.-Sí, ángel mío. Ven, siéntate so• bre mis rodillas y lee. MARIANITA (Lee) .-"Digo yo, que habiendo co- nocido a doña Mariana Vergara, en el convento de Co- pacabana, por habérmela sacado de dicho convento con el fin de casarme con ella, y para que conste lo firmo hoy 20 de enero de 1797.-Manuel Amat". MARIANITA.-¡ Qué bueno eres, Manuel! Pero, ¿para qué este documento y por qué la fecha atrasada? MANUELITO.-La fecha atrasada conviene: para que se vea que es. de antes que no~ hayamos reunido aquí. .. y el documento, ¿para qué lo hago? No sé... ¡quién sabe lo que pueda pasar y quizá te sirva!. ..

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