La Perricholi, t. 2

. i76 M A f{ I ·A AL V -AR A O O •• -"? !?VERA Dios. ¿Qué puedo hacer yo, doña Micaela en vuestro obsequio? · · . MICAELA.-Po~déis conseguir ql:le ;t\íam.¡elito vuel- va a su casa. JUEZ.-.-No veo la forma legal de intervenir, . tratán- dose de un joven mayor de edad. - : MICAELA.-Una madre · jamás pierde el derecho sobre sus hijos, ¿verdad, señor Juez? JUEZ.-El derecho moral, no caduca nunca; pero el legal fenece con la mayoría de edad~ MICAELA.-Según los casos: la ley tiene excep- ciones, o debiera tenerlas... Leed, Señoría este recurso que yo misma he redactado, y decidme si no hay funda· mento para que me concedáis lo que os pido en él. .. Es . un caso de conciencia, Señoría, .ayudaréis así a una ma~ dre a salvar a su hijo de la seducción de esa serpiente que lo tiene hipnotizado. JUEZ.-A ver, a ver ... ¿También letrada? MICAELA.-Mi deber de madre, me inspira.... To- mad, señor... JUEZ (Lee sin que se perciban· l~s pálabras. - Ríe socarronamente). MICAELA.-¿ Qué os parece? ¿No hay causa para vuestra intervención y la orden que· solicito de vuestra Señoría? JUEZ.-El asunto es muy delicado... Dejadme el recurso para leerlo con calma. MICAELA (Insinuante).-No me retiro sin ei ofre- cimiento formal de que le daréis curso. JUEZ.-Me pedís mucho, doña Micaela. Es com· prometedor. MICAELA (Con intención).-Micaela Villegas sa- be agradecer los favores que recibe, y corresponder a ellos con largueza. JUEZ.-¡ Sois iri-esistib~e !... Os hacéis obedecer co- -....' ' . ' mo una re-ina. ~-

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