La Perricholi, t. 2

170 MARI A J . ALVARADO RIVEBA go para que cenemos como gente de buen gusto. Llama a tu princesa. 1 MANUELI'I 0.-JVIarianita, ven, es Tagle. MARIANITA (Risueña).-Ya estaba escuchando. ¿Cómo os conserváis, amigo Tagle? TAGLE.~A vuestros pies, bella princesa. MARIANITA.-Pero, ¿qué significan tantas cosas? TAGLE.-No es nada: un pavito relleno ... medio cordero... MANUELITO.-Una damajuana de vino ... MARIANITA.-Un pastel del tamaño de la Plaza de Armas. T AGLE.-Un quesito. MANUELITO.·-Diez paltas. T AGLE.-Unas chirimoyas y unos manguitos de Palpa. Eso es todo y nada. NIARIANITA.-Es mucho, sobre todo si se tiene en cuenta que es el presente de la más fina amistad. T AGLE.-A una pareja de amantes que se olvida del mundo, y son capaces de dejarse morir ele hambre, hay la obligación de salvarles de la muerte... Y de paso me beneficio yo, pobre de mí, que sin amor, mi pobre estómago aulla de hambre. l\1ARIANIT A.-En un santiamén pongo la mesa... Ya veréis. · MANUELITQ.-También hay chicha y dos ·bote- llas de leche. MARIANITA.-¡ Molestarse tanto! . T AGLE.-A ver ese pavo: vamos a acuchillarlo sin piedad. Manuel, sé un poco más cortés, y sirve vino pa- ra limpiarnos el paladar. 1\!IANUELITO.-No tenemos vasos. MARIANITA.-Si que tenemos. lVIANUELITO.-¿ Cómo hiciste el milagro? MARIANITA.-De las cáscaras de las granadillas que comimos ayer, guardé unas para que nos sirvieran de vasos.

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