La Perricholi, t. 2

166 MARI A J • ALVARADO RIVERA T AGLE.-Eres un soldado muy bisoño: todo hay que dártelo hecho ... Ven conmigo. MANUELITO.-Te deberé más que la vida: ·la fe- licidad. · * * * LOCUTOR: Otra vez en el beaterio de Copacabana. MARIANITA (Llorosa).- . No quiero ni pue_do en- gañaros, Reverenda madre, os he contado la causa por- que fuí donde doña Micaela, y la de mi salida · también. SUPERIORA.-Hacéis bien en tener confianza conmigo, hija mía. Ya sabéis que no soy ele las religio- sas intransigentes. _Yo sé comprender el corazón huma· no, hijita. l\1ARIANITA.-Por eso, porque sois tan buena y de tan claro entendimiento, es que confío en vuestra Re- verencia. SUPERIORA.-Aquí siempre tendréis vuestra ca- sa. Tened paciencia: si os conviene ese matrimonio, ve- réis como Dios allana los obstáculos. Orad y esperad. MARIANITA.-Gracias, Reverencia; sois para mí - uµ gr?-n consuelo en mi tribulación. SUPERIORA.-Id a vuestra celda a ejecutar vues- tras labores. No os entreguéis a la tristeza. l\IIARTANITA.-Con vuestra venia. <PASOS>. DONADA.-Niña este puchero ha traído la mixtu- rera para su Mercé. LOCUTOR: Puchero era un surtido de flores en una hoja de plá· tano. MARIANITA.-Me lo manda él... Me escribe... ¡Dios mío, qué dicha! Me quiere ... En medio de todas mis amarguras soy feliz con su amor. (Suspira. - Besa el papel. - Lee). "Marianita, no podría expresarte mi

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