La Perricholi, t. 2

LA PERRÍCHÓLi CARMENCITA.-A casa de mi tía Conce.~. _Aquí no más. MANUELITO.-Espera, no te vayas tan presto, ¿no quier"es que juguemos? CARMENCITA.-¿A qué vamos a jugar? lVIANUELITO.-A la gallina ciega. Ve, ya está: me vendo los ojos y te persigo, hasta cogerte. CAR1\.1ENCITA.-Pero no me hagas trampa. Dé- jame arreglarte la venda para que no me veas. MANUELITO.-Ponla como quieras, que siempre he de cogerte. CARMENCITA.-Ya está. <CARRERA. - RISAS. - EXCLAMACIONES). MANUELITO.-¡ Ya te cogí! _¿Ves cómo_gané? , CARMENCITA.-Ahora, ponnie la venda a mí. MANUELITO.-No, que puedes caerte... . Jugue• mos a otra cosa. CARMENCITA.-¿A qué? MANUELITO.-A las serenatas. CAR1\1ENCITA.-¿ Cómo es ese juego? MANUELITO.-No es juego conocido: yo lo in- venté... Ven, colócate aquí, bajo este rosal. Así estás lin- da. Ahora, estas ramas delante. Son la reja de tu ven- tana. Yo vengo a darte una serenata. CARMENCITA.-¡ Qué bonito es este juego! Yo cierto los ojos, como si durmiese. MANUELITO.-Muy bien ... Y cuando comience a cantar, vas abriéndolos y me miras. (Canta: Acógenos sin tardar). Despierta, mi niña hermosa, abre tus ojos- radiantes: su ·lumbre clara . esta noche nos tiene que iluminar ... . . •' . . . . . . . . . . . . . ........ . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . .

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx