La Perricholi, t. 2

t A PERRICHOLI isi MANUELITO.-Sí, es firme, y para no volver Ja- más al pasado, quisiera... MICAELA.-¿ Qué? Termina. MANUELITO (Tímido) .-Quisiera casarme. MICAELA.-:Mucho me place, hijo, tu deseo. Yo también deseaba hablarte al respecto. MANUELITO.-¿ Entonces, cuento con vuestro be- neplácito? MICAELA.-Sí, l\1anuel. Ya pasaron los años más peligrosos de tu juventud, y estás en la edad de dedicar- te a la vida tranquila de la familia. MANUELITO.-Es lo que ansío, madre. MICAELA.-¿ Has hecho tu elección? MANUELITO.-Sí, madre. MICAELA.-¿ Quién es la elegida? ¿Margarita Mancebo? MANUELITO.-No, madre. MICAELA (Sorprendida).-¿ Cómo? ¿No es Mar• garita? ¿Quién es? Dí. . MANUELITO.-Creo que será de vuestro agrádo, pues es una niña virtuosa. MICAELA (Vehemente).-¡ Su nombre! MANUELITO.-Mariana Vergara. · MICAELA (Con asombro).-¿Mariana Vergara? MANUELITO.-Sí, madre. Ya veis que no he he- cho niala elección. MICAELA.-¿ Qué dices, insensato, que no. es ma- la elección? ¡Una recogida de Copacabana, que <lió un mal paso, repudiada por su padre! MANUELITO.-Mal paso no ha dado, madre, por su voluntad: fúé una desgracia ... una infamia ... MICAELA.-¡ Eso te ha contado para engatuzarte !... ¡Ah, la hipócrita! ¡Para esto_ vino a mi casa! MANUELITO.-Os juro, madre, que ella no se ha valido de ninguna astucia para atraerme: he sido yo el que he reparado en su belleza y virtudes, enamorándome y rogándole me acepte.

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