La Perricholi, t. 2

i. is. PERaICHOLI 1s1 miran, ho pueden ya separar sus miradas de vuesfro ros- tro angelical! ELVIRA.-¡ Qué galante os habéis vuelto de un mo- mento a otro! T AGLE.-No -son galanterías las que escucháis, si· no ver.dades que brotan del corazón. ELVIRA (Con dejo de amargura).-¡Todos dicen lo mismo! TAGLE (Patético).-Pero unos lo diceh con alevo- sía, con la satánica intención de embriagar con el filtro infernal de un amor fementido!... ELVIRA (Emocionada).-¿Por qué me deds eso? T AGLE.-Porque así es, desgraciadamente, por más que sea doloroso revelaros la verdad... matar vues- tras bellas ilusiones ... Pero es necesario que lo sepáis pa- ra que os guardéis de traiciones, y abráis los ojos para ver a quien deveras os ama, y sufre por vuestra indife- . . renc1a. ELVIRA.-Pero, ¿qué decís? T AGLE (Dramático) .-Que os amo, Elvira, que os amo tiempo ha; pero como os sabía prendada de otro, y ese otro era un amigo, a cuya dama me estaba vedado acercarme... Callaba... devoraba rnis penas en silencio... ELVIRA.-¿ Y por qué me habláis ahora? T AGLE.-Porque creo que os habéis desengañado ya, y quedando por vuestro desengaño eximido de mi fi- delidad al amigo, puedo al fin deciros de mi amor y mis tormentos. ELVIRA (Altiva).-Os equivocáis~ no tengo nin· gún desengaño que lamentar. T AGLE.-Eso no me podéis decir a mí; a mí que sé todos los pasos de vuestro infiel trovador. ELVIRA (Emocionada).-Sois cruel. TAGLEi.-Para evitaros un mal mayor, y ofreceros un sentimiento noble. * * *

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx