La Perricholi, t. 2

MAR 1 A J • A i v Á :a AD o f rt l V E a is. MARIANITA (Enternecida).-¡ Manuel!... . ¡ Ma· nuel ! ¡Qué noble sois! · .MANUELITO.-¿ Y cómo no serlo con un ángel que ha sufrido tan cruel martirio? Ahora es mayor h~i empeño en casarme lo más pronto contigo... Para ·hacer- te olvidar por completo tu dolor. · MARIANITA.-Jamás podré demostrarús mi agra- decimiento a vuestra nobleza. · MANUELITO.-Nada tienes que agradecerme. To- do lo mereces: sobre las ruinas de tu vida levantaré una mansión de amor y felicidad. <RUIDO DE UNA CARROZA). MARIANITA.-¿ Oís? 1'1ANUELITO.-Parece que para a la puerta. MARIANITA.-Sí , aquí ha parado. ¿Será vuestra madre? · MANUELITO.-Ella debe ser., pero ·me dijo que se quedaba a cenar donde la comadre María. .MARIANITA.-Abren la puerta. ECHARRI.-Te bajaré en mis brazos, Miquita, no te e-sfuerces. · MICAELA.-·Déjame salir por mí, Vicente. , Ade-. más, estoy mejor. Sí ... sí. .. ve como bajo y no me ha do'"' lido nada. (Abre la puerta. - Pasos). ¡ Qúé tontería ha· berme venido ! Podría regresar. ECHARRI.-Hazlo, mi reina, si te place. Tomas el remedio y volvemos: será una agradable sorpresa pa- ra la comadre María. ·MICAELA.-Vamos a ver como sigo... pero, ¿qu€ es eso? ¡La puerta del cuarto de :Manuel a~ierta ! Es raro este olvido de Mónica, sabiendo que entran gatos y dejan esencias poco gratas. ECHARRI.-Voy a cerrarla... •

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