La Perricholi, t. 2

146 MAiflA J • ALVARAl:>O RIVERA ~ . jado de la casa... Sin embargo, a mí no me disgusta la ni- ña, es de familia decente, y tengo el proyecto de acercar-· los. Me empeñaré con San Antonio. DOÑA MARIA.-Dicen que poniendo a San An- tonio dentro de una botija de agua, y con la cabeza aba- jo, concede el matrimonio que se le pide. MICAELA (Ríe).-Esas son supersticiones de la gente ignorante, comadre. ¿Cómo vamos a hacer esa profanación con una imagen divina? DOÑA MARIA.-¿ Qué tenéis comadre? . Hace un rato que parece que sufrís y queréis disimularlo. ¿Por qué no me manifestáis si os sentís mal? Estáis en vues- tra casa. _ MICAELA.-Es verdad, comadre, que no estoy bien. Parece que quiere atacarme el dolor al hígado. · DOÑA MARIA.-Pero me lo hubierais dicho. ¡ Co- madre qué falta de confianza! . TOCA LA CAMPANILLA). MICAELA.-¿ Para qué llamáis? DOÑA MARIA.-Para haceros preparar una agüi- ta de manzanilla. MICAELA.-No, comadrita, gracias; regreso me- JOr a casa. DOÑA J\!IARIA.-¡ Ah, comadre, qué pena! Creía tener el placer de comer hoy con vos. Y he hecho pre- parar todo _lo que os. gusta. MICAELA.-Yo también quise tener ese placer; pero ya veis, tengo que privarme de él. Cuando me ata- ca el dolor no puedo probar bocado. Margárita, venid hija. · MARGARITA.-¿ Qué tenéis, doña Micaela? Es- táis muy pálida. MICAELA.-El dolor al hígado, hija, que ha vem· do a aguar la fiesta. Me voy a descansar. MARGARITA.-¡ Qué pena! MICAELA.-Ya nos resarciremos en el santo de Manuelito. Pa.sado mañana. No faltéis.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx