La Perricholi, t. 2

t Js.. PERRtOitOLt mandar que os abran por la capilla, para que entr_éis al claustro. MARIANIT-A.-¡ Gracias, madre, porque me ofre-e. céis . este refugio! * * * . ' Al cabo de unos meses, comprendí que mi desgr.acia era aún mayor de lo que pensaba. SUPERIORA.-Tened resignación, hija mía. . No os desesperéis. · · · MARIANITA.-¡ Cómo no queréis, madre, . que me desespere, si mi des.gracia es tan grande, tan ho,rrible !... SUPERIORA.-¡ Calmaos! Tened fe en Dios. Sufrid con humildad, y aún podréis tener días venturosos. MARIANITA.-No, no madre Reverenda, ¡qué ven- tura puedo tener después de esta inmensa desgracia: ¡ser madre sin honra ! ¿Qué le diré a mi hijo cuando me pre- gunte por su padre? <LLORA). SUPERIORA.-¡ Señor, señor, ten misericordia de tanto dolor!... Vamos hija, secad vuestro llanto, y tran- quilizaos. Aquí está ya vuestra prima que viene a lleva• ros a su casa para que salgáis del trance. Sed ,fuerte, y obtendréis ,el pre1nio. * * * MARIANITA.-(Voz tristísima). Duérmete, mi niña, duerme por favor, tú no tienes padre; tú no tienes cuna, y a tu pobre madre la mata el dolor. <FONDO MUSICAL>. ·~·" . 1

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx