La Perricholi, t. 2

L A PERRICHOLI 137 . EL PADRE.-Ven hija, tu madre se muere, quiere bendecirte. MARIANITA.-Madre mía... ¡No... no.·.. yo no quie- · ro perderte, Madre! · ·,· LA MADRE.-Hija, resígnate. Sé virtuosa. No manches nunca tu honra hija, Dios te bendiga. MARIANITA (Con · voz sollozante).-·¡M·adre, no me dejes. Llévame contigo, madre mía! , LA MADRE.-¡ lVIarianita... hija ... ten valor. .. hija , b h" ' se uena... IJa ... ya ... me muero .... ·MARIANITA.-¡ Quiero morir con mi-madre!¡ Quie· ro irme con ella! EL PADRE.-Hija... y yo para · tí, ¿soy nadie? ¿Me dejarás solo? ¡Hija, ven a mis brazos, lloremos juntos! * *' * .. · LOCUTOR: Y unos años después; ya · en plena pubertad .... · MARIANITA.-Padre, vais a hace~ otro viaje · y vo-lveré a quedarme sola. EL PADRE.-No, hija, no te quedarás sola. Una niña rio ·puede quedar sola con los- criados en esta casa tan grande. MARIANIT A.-¿ Vendrá alguien a acompañarme, padre mío? EL PADRE.-No, Marianita, voy a dejarte ·en ca- sa de don Manuel Alvarez, al cuida.do de su esposa doña Juana Castro. Es sólo un poco mayor que tú, y pasarán entretenidas ·la una con ·la otra. ¿No te place así? MARIANITA.-Sí, padre mío. En vuestro último viaje, ·pasé muchos terrores en las noches. Un día creía que escalaban: la pared. - ·. PADRE.·--Sí, sí, - hija~ 1o sé; la escalaba en realidad un canalla -que te sabíá s-ola: Por eso es que he resuelto que durante mi ausenci~, te quedes con doña Juana.

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