La Perricholi, t. 2

L A PERRICHOLI 133 MARIANITA.-Perdonadme, Manuel... Estoy tras- tornada, temo no mereceros. MANUELITO.-¿ No rnerecerme un ángel como tú? . MARIANITA.-¡ Dios· mío.!... ¡Dios mío! ¡Qué tor· mehto! MANUELITO.-Me vuelvo loco, si no me expli- cas tus sentimientos. <UN SILENCIO>. MARIANITA.-Perdonadme ... MANUELITO.-Explícate, por Dios. ¿Por qué llo- ras? ¿Por qué dices que eres desgraciada cuando quiero hacerte mi esposa? ¿Es que no me amas lo suficient~ para unirte a mí por toda la vida? MARIANITA.-Os adoro ... Quiero unirme a vos no sólo en la vida, sino en la eternidad. MANUELITO.-Me devuelves' la calma... .Creía morir de dolor al dudar de tu -amor. MARIANITA.-No; no dudéis nunca de mi amor. MANUELITO.-Dime entonces cuál es la causa de tu aflicción. MARIANITA.-Temo no ser digna de vos. MANUELITO.-Soy yo el indigno de tí por la vi- da disipada que he llevado... Ese escrúpulo tuyo, me re-- vela otra de las virtudes que agranda mi amor. MARIANITA.-Separémonos ya, don Manuel. MANUELITO.-No sin tomar una resolución. ¿Le manifiesto mañana a mi madre que quiero casarme con- tigo? MARIANITA.-No... Todavía no... MANUELITO.-Hablad, Marianita, por piedad. ¿Qué secreto pesar os acongoja cuando tan feliz seríais si me amáis en verdad!... l\1ARIANITA (Con suprema angustia).---¡ No soy digna de vuestro amor! MANUELITO.-Insistís en tal idea... ¡Es <lema· siada humildad ! /

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx