La Perricholi, t. 2
L A PERRICHOLI 107 MANUELITO.-Perdonad, madre. Tengo que ver· me con un amigo. MICAELA.-¡ Ah, muchacho! Creo que eres· me- dio hereje como tu padre. Esta mañana en la iglesia más mirabas la reja de las recogidas, que la santa· misa. l\r1ANUELITO.-No, madre, yo oigo devota1nente la misa; pero eso no quita que de vez en cuando, n1:ire a otro lado. . MICAELA.-Mientras no sea más que mirar ... T.-e dejo con Dios, hijo. MANUELITO.-Que a vos os acompañe, madre mía. ·--\ · LOCUTOR: " * * (PASOS DE MICAELAJ. \ En su inquietud pasional, lVIanuelito necesita un confidente, y acude al café. (RUIDOS ADECUADOS>~ TAGLE.-Nombrando al Rey de Roma, al punto asoma. MANUELITO.-¿ Se acordaban de mí? ¿Por qué? JUAN.-¡ Feliz mortal, a qué séptimo o vigésimo cielo te has subido, que no te acuerdas de tus infelices amigos terráqueos? TAGLE.-Sin duda por celos nos oculta el cielo a que se ha remontado... Temerá que le arrebatemos sus huríes~ MANUELITO.~No me he subido a ningún cielo, ni séptimo, ni vigésimo. Ya me veis a ras de la tierra, y más abajo que vosotros, porque vivo Abajo el Puente. T AGLE.-¿ Y dónde paras entonces? MANUELITO.-En mi casa. TAGLE.-Veo alrededor de tu cabeza una aureola de santidad... Pero, ¿qué te sirves? ¿Vino?
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