La Perricholi, t. 2

102 MARIA ·J. ALVARADO RIVERA TEODORA.-Gt:'eno, ilutre señó Tagle, yo os ve- nero. y adoro como a un santo... y os rindo pleitesía co- mo a rey; pero la casa es mía y por ma que su Excden• · cia sea rey de eta· humilde choza, también, e de mi perte- nencia, y mi majetá quiere abrir a lo que llaman, y voy a abrir no me hagai ecándalo, que mi casa tiene muy gc~ena rep~ tación y no me la echei a perdé. T AGLE.-¡ Qué te rompo la crisma, zamba insolen- te! TEODORA (Da un grito).-¡Ay!... ¡Ay!... ¡Qué me mata!. .. ¡Abre, Julia! l\IIANUELITO.-Sí, ve tú Julia a abrir. .. Y o pago y el que paga, manda. TEODORA.-Bien dicho, marqué... ¡Ah! Ya entra lo señore ... Dos embozao... Señore... perdoná; pero no re- cibo en mi casa gente que no muestre la cara... Hacé la mercé ·de descubriro. MANUELITO.-Abajo el embozo. ECHARRI.-Salid, y sabréis quienes somos. 1\{ANUEL.-No saldré; aquí os descubriréis, malan- drines. MICAELA.-Ven, a descubrirme. MANUELITO (Aparte).-Voz de mujer (Ríe). Sí, que te voy a bajar el embozo... Me gusta la aventura... Con vuestra venia, ilustre dama... (Gran asombro). ¡Oh!... ¡mi madre! T AGLE.-¡ Su madre! ECHARRI.-Ven, Manuel, con nosotros. MICAELA.-¡ Marcha por delante! ¡Presto a casa! JULIA.-¡ Se lo lleva! ROSARIO.-¡Su madre!

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx