Una llave, un mar, un puente : el impacto de la selección de libros en la formación de lectores

79 en potencia. Porque si verdaderamente estamos en contra de la censura, no nos queda otra alternativa que permitir a los censores ejercer la libertad de expresión. Si realmente somos tolerantes, debe- mos tolerar su intolerancia, para así poder conde- nar su equivocación. Todo esto suena bien y es cierto, dirán ustedes; por supuesto que debemos permitirle a la gente decir lo que desea. Pero el derecho que tienen las personas a decir lo que piensan no significa que las demás tengan la obligación de escucharlas, sobre todo si «las demás personas» a las que nos referi- mos son los niños. Por eso, está bien, dejemos que los escritores expresen su racismo o antiambienta- lismo; siempre y cuando tengamos el derecho a no escucharlos, y más que eso, tengamos el derecho de mantener sus perversiones enfermizas lejos del alcance de los niños que están bajo nuestra res- ponsabilidad (2010, párr. 5). Sin embargo, hace unos meses, Perry publicó un li- bro con una editorial brasileña en la que revisita su artí- culo casi treinta años después y se cuestiona algunas de estas ideas: Ha habido mucha discusión en los últimos años sobre lo que se conoce como privilegio blan- co: la libertad de no darse cuenta de cómo el color de la piel le ha permitido a uno moverse por la vida sin tener que lidiar con todas las formas en

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