Una llave, un mar, un puente : el impacto de la selección de libros en la formación de lectores

78 a manifestar que la censura es, en algunos casos, apropiada; y si esto es así ¿quién es el encargado de distinguir entre un caso y otro? Quisiera aclarar que mi posición respecto a es- tos asuntos es extremadamente sencilla; algunos dirían que es simplista. No hay absolutamente nada que una persona pueda decir que ameri- te una prohibición. Sin importar cuán ofensivo, cuán estrecho de mente, cuán peligroso se consi- dere que sea. Aunque sea sexista o racista, o se re- fiera a equivocadas representaciones neo-nazistas de la historia. Ni la pornografía. Nada. Pero esto no implica que los fanáticos, necios y pervertidos tengan derecho a no ser cuestionados. Al contrario: deben ser cuestionados. Si logramos evitar que lo digan, perdemos la oportunidad de cuestionarlos; y la historia nos enseña que el mal y la locura reprimidos sencillamente aumentan y se tornan más peligrosos. Se convierte en algo pro- hibido y tentador. Crece y empeora. No, es mejor que se diga, para que a la vez nosotros ejerzamos la libertad de señalar cuán ridículo o peligroso es, con la certidumbre de que si nuestros argumen- tos en contra son lógicos y bien fundamentados, algunas personas aceptarán la validez de nuestras conclusiones al respecto. Creer lo contrario sería una arrogancia sin sentido. Por ello, nada debe ser censurado ni supri- mido; y eso incluye —posiblemente antes que todo—, los murmullos de censura de los censores

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