Una llave, un mar, un puente : el impacto de la selección de libros en la formación de lectores
42 En este punto, quiero recurrir a las palabras de Silvia Castrillón en «El derecho a leer»: Parto de la convicción de que la lectura no es bue- na ni mala en sí misma, que es un hecho histórico y cultural y por lo tanto político, que debe ubicar- se en el contexto en que se da. Que históricamente la lectura ha sido un instrumento de poder y de exclusión social: primero en manos de la Iglesia, que se aseguraba, mediante el control de los textos sagrados, el control de la palabra divina; luego por los gobiernos aristocráticos y los poderes políticos; y, actualmente, por intereses económicos que bus- can beneficiarse de ella. Soy consciente de que alrededor de la lectura se mueven diferentes propósitos, que la necesidad de su democratización obedece a diversos fines y que de ello depende en gran parte el que secto- res excluidos —no sólo de la lectura sino de otras manifestaciones de la cultura y de la economía— no se apropien de esta práctica. Dicho de manera más directa: sólo cuando la lectura constituya una necesidad sentida por grandes sectores de la po- blación, y esta población considere que la lectura puede ser un instrumento para su beneficio y sea de su interés apropiarse de ella, podemos pensar en una democratización de la cultura escrita. Pero, nos encontramos aquí con una parado- ja: esta circunstancia sólo podría producirse en la medida en que se mejoren los niveles de desarrollo
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