Una llave, un mar, un puente : el impacto de la selección de libros en la formación de lectores
39 Y hablando de lenguaje y de lecturas, quisiera compartir hoy la definición del verbo «lecturar». Es una nominación que me nació hace un tiem- po, mientras leía con un grupo de bebés, en ese ambiente tan particular que se construye cuando estamos entregados al vaivén de juego y vida, his- torias y poesía, haciendo traducciones de gestos mínimos, capturando significados e intenciones apenas perceptibles, intentando ofrecernos ínte- gros a esa aventura de la conversación literaria con seres tan exquisitos y sensibles como son los bebés. ¿Y por qué lecturar? No alcanza con «leer», al principio necesitan de la lectura de otros ha- cia ellos, entonces allí hay algo más que el acto de «leer». No alcanza con «dar de leer», porque ese «dar de leer» no da cuenta de algunas sutiles implica- ciones subjetivas de ese proceso en quien recibe. A la vez, cada experiencia de lecturar contiene mar- cas propias de la subjetividad de quien lectura: sus formas personales de decir, de relacionarse con las palabras, con el juego, con el tiempo, con la ter- nura, con la ficción, su amabilidad y su riqueza. Lecturar es, para mí, producir ese baño narra- tivo, lingüístico, poético, que tiene carácter de ini- ciación, y que pone en acción profundos procesos psíquicos, intelectuales, afectivos, simbólicos, de los que depende, en gran parte, el acontecimiento de convertirse en lector.
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