Una llave, un mar, un puente : el impacto de la selección de libros en la formación de lectores
24 Las películas americanas plagadas de personajes per- dedores, llenos de granos y libros que eran golpeados por sus compañeros, no eran la mejor forma de promo- cionar la lectura. Frases como «el que lee pierde», «déja- te de leer y ponte a hacer algo» o «deja ese libro y anda a tomar algo de sol», son algunas de las que lectores y lec- toras debemos haber escuchado cientos de veces y que no están muy alejadas de las actuales ideas de poner a la lectura para «alegrar» a los niños y niñas, para «estimu- lar» sus mentes, para «expandir» su imaginación, para «aumentar» la comprensión lectora. ¿Puede la lectura hacer cada una de estas cosas? Sí y no. Puede, claro. Pero no puede por sí misma, ni por sí sola. Puede, pero no puede sin muchas otras cosas que vayan funcionando a la vez. Puede, pero antes debemos avanzar en otro sentido. Y es que estamos ante un profundo problema de índole dialéctico. La lectura tiene una dimensión que transforma, pero esa dimensión transformadora, gene- radora de pensamiento, solo se logra al hacer de ella un hábito constante y consciente. Me imagino que, de alguna manera, es como apren- der a tocar un instrumento. Tocar un instrumento por sí mismo no cambia la vida de quien lo hace; de hecho, hay muchas personas que aprenden a tocar un piano y nunca llegan a dominarlo por completo, nunca llega
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