que terminaron por crear un nuevo orden que modificó notablemente las bases de la convivencia humana. Es por eso que de la relación estructural entre señores feudales, príncipes, reyes, campesinos, artesanos, burgueses, comerciantes, clérigos rurales y la alta clerecía que era vigente al iniciarse los procesos de la modernidad en el siglo dieciséis, al término del siglo diecinueve, cuando la modernidad se había consolidado, emerge una nueva estructura de clases, productora y producto de los procesos desencadenados por los grupos humanos. Estas clases, a la vez que tomaban conciencia de sus intereses, se enfrentaban entre sí por el poder económico y político. El triunfo que la burguesía obtuvo sobre la nobleza preludiaba, para algunos analistas, la victoria del proletariado sobre aquella. Los autores clásicos de la sociología164 prestaron atención a esta nueva estructura en la cual las dos clases principales contendientes eran la clase burguesa o capitalista y la clase obrera o proletaria, y también atendieron a las bases sociales y técnicas que le dieron sustento y sentaron los fundamentos teóricos para estudiarlas: «desde Comte hasta Weber, los sociólogos debatieron los problemas de la comunidad, el status y la autoridad en el contexto casi invariable de los cambios impresos sobre la sociedad europea por las fuerzas derivadas de la división del trabajo, el capital industrial y los nuevos roles del hombre de negocios y el obrero»165. Las teorías de clases modernas acompañan las transformaciones de las sociedades que les dieron origen. Las clases, en tanto agrupaciones humanas, tienen una historia que explica su surgimiento y sus cambios; por ello, ni las clases ni las relaciones y los conflictos que mantienen entre sí permanecen inmutables a lo largo del tiempo. Kuczynski señala que el prototipo de la clase obrera moderna se originó en Inglaterra alrededor de 1760 —año en el que se inició la Revolución Industrial— en las fábricas de textiles de algodón. Los miembros de esta nueva clase, a diferencia de otros tipos de trabajadores, se caracterizaban por ser libres —de los lazos feudales—, por carecer de medios de producción y por trabajar con nuevos métodos y herramientas, además de competir entre sí en el mercado por los puestos de trabajo. Thompson ha mostrado que la configuración de la clase obrera inglesa implicó la construcción de una cultura propia y la toma de conciencia de sus intereses comunes por oposición a los capitalistas, subrayando en este proceso la 94
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