Sin embargo, la cuestión de la agencia también se torna en un campo de disputas no solo teóricas, sino también políticas —no terminadas de resolver aún—, pues algunos enfoques sostendrán que esta se ubica propiamente en el sistema social (Durkheim, Marx, Parsons), otros insistirán que esta se halla en los sujetos individuales (Weber, Schutz, Homans), en tanto que otros postularán un enfoque que combine los aspectos individuales y colectivos de la vida social (Giddens, Elias, - Bourdieu). El pensamiento moderno substituye la fe en las convicciones heredadas por la fe en la razón, rechaza el principio de autoridad como fundamento del conocimiento y deslegitima a los usos y costumbres como orientadores y garantes de la conducta personal. Desde el punto de vista de Weber, la configuración y afirmación de los ámbitos de validez autónomos de la ciencia, el arte, la moral y la religión marcan el carácter general de la cultura con la impronta de la racionalización. «La racionalización cultural la lee Weber en la ciencia y en la técnica moderna, en el arte autónomo y en una ética regida por principios y anclada en la religión [...] a juicio de Weber, es [...] la recepción metódica de la ciencia al servicio de la economía, lo que verdaderamente se convierte en una de las piezas claves de ese desarrollo de la “metodización de vida”, al que contribuyeron determinados fenómenos así del Renacimiento como de la Reforma»161. 6.4 CAMBIOS EN LA ESTRUCTURA DE LAS CLASES SOCIALES162 Los procesos sociales y sus productos son obra de los individuos en relación, pese a que pocas veces son conscientes de ello: «[la] interrelación fundamental de los planes y acciones de los hombres aislados puede ocasionar cambios y configuraciones que nadie ha planeado o creado. De esta interdependencia de los seres humanos se deriva un orden de un tipo muy concreto, un orden que es más fuerte y coactivo que la voluntad y la razón de los individuos aislados que lo constituyen”163; no obstante, a su vez los procesos desencadenados por ellos y sus correspondientes productos regresan sobre sus creadores y modifican sus formas de relacionarse entre sí, con la naturaleza, con las divinidades, y cambian también sus usos y costumbres, sus modos de autodefinirse, pensar y sentir. La modernidad no es una excepción: ella es impensable sin los sujetos y grupos que llevaron a cabo los procesos, pero no es el resultado de un plan preconcebido, sino fruto de las luchas y alianzas entre grupos y naciones 93
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