Teoría sociológica

En la medida que uno tiene más y más grupos de pertenencia, y conforme los mismos grupos van aumentando su tamaño, el individuo gana libertad y su conciencia y subjetividad se vuelven más complejas y ricas. Quien vive en la urbe es «libre» en contraposición a las pequeñeces y prejuicios que comprimen al habitante de la pequeña ciudad o el campo. Evidentemente, tal libertad es también soledad frente a una muchedumbre que también es indolente y no toma en cuenta muchos de los atributos del individuo. La individuación no significa la desaparición de los lazos sociales, pues por el contrario estos se multiplican en la vida moderna y las personas pasan a depender de muchas otras para satisfacer sus necesidades, sino que redefinen su carácter familiar y local y su significado emocional. Por ello, el mayor o menor grado de autonomía del sujeto no depende solo de sí mismo, sino también del género, región y de la clase social de donde proviene. Principales hitos del proceso de racionalización Los orígenes de este proceso suelen ubicarse en el Renacimiento (el cual trajo consigo un conjunto de cambios en diferentes aspectos —político, religioso, filosófico, artístico—), periodo iniciado en Italia en el siglo catorce y culminado a mediados del siglo diecisiete tras expandirse por Europa. «En ningún lugar apareció la primera burguesía en estado tan puro como en [Italia]. La misma disgregación política de la península favoreció la autonomía de sus ciudades, Venecia, Florencia, Pisa, Siena, Génova. En ellas está el origen del Renacimiento de Europa, y ellas son las cunas auténticas de la secularización de la mentalidad occidental, las fuentes iniciales del progreso científico y técnico que habría de transformar el mundo moderno. [...] Ocurre [...] una expansión del cultivo del saber clásico y aun de la especulación filosófica secular al margen de los dogmas religiosos recibidos. Ello que recibe el nombre de “humanismo”, se apoya al principio en el estudio de las enseñanzas de los sabios de la Antigüedad —Platón, Aristóteles, Cicerón— con independencia de criterios teológicos de autoridad, pero pronto es casi ahogado por la dura reacción antisecular generada por la Reforma Protestante y la Contrarreforma Católica»150. Aunque el Renacimiento albergó un conjunto heterogéneo de ideas, «si hubiera que definir un elemento común, presente en todas sus manifestaciones y que de hecho lo caracterizó, tendría que ser el carácter humanista del mismo […]: los intelectuales renacentistas consideraron que 90

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