propone que en la modernidad el eje principal de la orientación de la conducta, en detrimento de las costumbres familiares y locales (acción afectiva y acción tradicional), pasa a ser un modo de discernimiento que articula y sopesa medios y fines en función de alcanzar con el menor costo y tiempo posibles los resultados buscados. En sus obras, aplica el concepto de racionalización a tres instancias137. La primera de esas instancias es la organización general de la sociedad, cuyos núcleos centrales de control —Estado y mercado—, mediante sus aparatos burocráticos, emplean para la consecución de sus objetivos — poder y ganancia, respectivamente—, la racionalidad con arreglo a fines. Debido al gran crecimiento de la población en las ciudades, y a las necesidades de centralización por parte del Estado, se desarrolló y consolidó la burocracia138: «Si bien reglas y reglamentos, oficinistas y directivos han existido durante siglos —para la construcción de pirámides en Egipto, para la fabricación de equipos navieros en la Venecia medieval, etcétera— algo nuevo se había forjado en el siglo XIX: la burocracia industrial»139. Esta última, como señalara Weber, depende de una estructura social específica: las personas ya no podían trabajar para sí mismas, sino que debían hacerlo para otros. Resulta obvio que no puede existir burocracia sin empleados, pero hacia el siglo dieciocho, cuando el sistema se ponía en marcha, «la gente prefería o bien ser su propio empleador o bien pagar una parte de su producción a la persona que le facilitaba la tierra o aperos. En la América del siglo XIX, el trabajo asalariado era tan despreciado y novedoso que se lo denominaba “esclavitud salarial”»140. Superar esta problemática implicó un esfuerzo por parte del Estado para disciplinar a los ciudadanos, de manera que se sometieran a los ritmos de las burocracias, así como a seguir ordenes y acomodarse al tiempo del reloj141. La educación se vuelve una necesidad para lograr socializar a las personas dentro de determinadas normas y hábitos de trabajo. La segunda instancia es la producción capitalista, tanto en los aspectos de gestión, administrativos, contables, como en los técnico-productivos, haciendo hincapié en la aplicación de la ciencia. La racionalización de la esfera productiva propuesta por Weber entronca con las interpretaciones contemporáneas que buscan dar cuenta de las transformaciones sufridas por el capitalismo en los últimos cincuenta años, especialmente con la de 87
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