sostenida por Marshall (1950, 1992) a mediados del siglo pasado y reiterada desde otros ángulos por Amartya Sen. Cambios ideopolíticos En 1989 cae el muro de Berlín, en 1991 se disuelve la Unión Soviética y ese mismo año una coalición de países de capitalismo avanzado invade Irak. En 1992 se instituye, por el Tratado de Maastricht, la Unión Europea, que entró en vigor el 1 de noviembre de 1993. Estos acontecimientos políticos, junto con otros económicos, originaron el aún inconcluso debate acerca de la importancia o pérdida de vigencia de los Estados nacionales para hacer frente a las transformaciones en curso. En América Latina este se tradujo en posiciones, por momentos hegemónicas, que reclamaban implementar —sin medir el costo de socavar la poca institucionalidad y capacidad organizativa del Estado— un Estado mínimo y un mercado máximo. Por el contrario, las políticas aplicadas por los países capitalistas avanzados a través de distintos mecanismos y asociaciones estaban encaminadas a fortalecer sus Estados, adaptándose activamente a las redefiniciones impuestas por la existencia de distintas organizaciones nacionales, supranacionales y transnacionales. El panorama ideológico-político también se ha modificado. A pesar del fundamentalismo económico predominante, se ha hecho más diverso y matizado, y se han incorporado como parte del discurso de distintos sectores sociales los temas de equidad de género, medio ambiente, ecología, desarrollo sostenible y vigencia efectiva de los derechos, entre otros. Sin embargo, también se aplican en varios países capitalistas políticas orientadas a recortar las libertades democráticas de sus ciudadanos y a intervenir militarmente en países extranjeros, so pretexto de controlar el peligro del terrorismo internacional. Ciertos ideales socialistas —un mundo solidario, la realización de las personas sin exclusiones, la economía al servicio de los seres humanos, la democracia como forma de vida y de gobierno— han dejado de considerarse como exclusivamente ligados a la clase obrera para ser asumidos por miembros de distintos estratos sociales, lo que ha impulsado el surgimiento y la multiplicación de movimientos sociales de alcance local, nacional y transnacional en los países centrales y en los del Tercer Mundo. Paralelamente, se ha debilitado la identificación entre clase obrera y revolución, pero no necesariamente el vínculo entre la posición de clase y el partido68. Al mismo tiempo, los temas del consumismo exacerbado y 46
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