—posindustrial, poscapitalista, posmoderno65— según dónde se pusiera el acento para explicar las modificaciones. En lo que sigue, sin pretensión alguna de exhaustividad, se señalarán algunos de estos cambios que resultan relevantes para el tema tratado. En la década de los años setenta se produjeron dos crisis económicas en los países del Primer Mundo debido, entre otros aspectos, al alza de los precios del petróleo por parte de los países productores. Las ganancias obtenidas, depositadas en la banca de los países capitalistas, impulsaron una política de préstamos masivos que, en la década siguiente, generó en los países subdesarrollados la crisis de la deuda externa66. A partir de la década de los años ochenta, debido, entre otros problemas, a la crisis mencionada y a la disminución de la productividad y de la tasa de ganancia, los países capitalistas centrales redujeron la importancia de las políticas que sustentaban el Estado de bienestar e implementaron, en pro del gran capital, las llamadas políticas neoliberales. En los países subdesarrollados estas políticas se tradujeron en programas económicos de ajuste estructural bajo el enfoque del Consenso de Washington. Su aplicación, si bien buscó enfrentar problemas con respecto a la gestión del Estado, la baja productividad de la economía, la ausencia de planes a largo plazo y el inadecuado manejo de los equilibrios macroeconómicos, no propició la formulación de estrategias de desarrollo ni el acortamiento de las brechas de desigualdad; por el contrario, disminuyó la capacidad política y operativa de los Estados, aumentó la pobreza, el empleo de mala calidad y el subempleo, y centró los esfuerzos gubernamentales en el pago de la deuda externa. En términos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), fue una década perdida para la región, que tuvo profundas consecuencias negativas para el crecimiento económico y el tejido social y aumentó la desigualdad de clases en nuestros países67. En los países centrales las políticas neoliberales, junto con los cambios en la estructura ocupacional y la pérdida de importancia numérica de los trabajadores manuales, produjeron el debilitamiento de los sindicatos. En América Latina, la aplicación de estas políticas influyó en el debilitamiento de las denominadas organizaciones clasistas de trabajadores y de los partidos políticos y en la pérdida de legitimidad del Estado, lo que llevó a cuestionar el modelo económico impuesto y a postular que el funcionamiento adecuado de la democracia exige que los derechos no solo se reconozcan jurídicamente, sino que también se efectivicen, en la línea 45
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