Desde hace tres o cuatro décadas, debido a la gran importancia y vigencia que mantienen sus enfoques teóricos y a que en sus obras se encuentran planteadas algunas de las preguntas más significativas de la sociología44, a iniciativa principalmente de algunos sociólogos europeos45, se considera a Marx, Durkheim y Weber como los pensadores clásicos en nuestra disciplina. Ellos, de distinto modo, han contribuido a delinear la sociología en tres ámbitos centrales: la definición de su objeto y método, su institucionalización en el medio universitario y su legitimación social como ciencia. Los trabajos de Marx, Durkheim y Weber se desarrollaron en Europa Occidental en un periodo marcado por el declive de la sociedad feudal, la consolidación del capitalismo industrial, conflictos y revueltas sociales, la constitución de los primeros Estados-nación, la solidificación de nuevas organizaciones e instituciones, la instauración del imperialismo moderno y por un ambiente cultural donde primaba la fe sobre la capacidad de la razón para descubrir y manejar las leyes de funcionamiento de la naturaleza y de la sociedad a través de la ciencia y la tecnología. Por ello sus horizontes de análisis, comparación y comprensión, así como las categorías conceptuales que crearon, estuvieron marcados por el contraste entre los ámbitos sociales y temporales de ambas sociedades, lo que dio origen —y no solo en la sociología— a una de las dicotomías más persistentemente empleadas: la de tradición/modernidad, la que al ser usada sin el debido cuidado ha conducido a gruesos errores al subsumir trayectorias históricas y procesos sociales muy diversos dentro de estas dos nociones. Los autores clásicos, como fue señalado líneas arriba, tendieron a utilizar conceptos pareados las más de las veces como polos antinómicos para dar cuenta de los cambios ocurridos y para establecer comparaciones entre la nueva y la anterior situación. Así, por ejemplo, Weber, siguiendo la dicotomía propuesta por Tönnies (1947, 1987) entre comunidad — caracterizada por los fuertes vínculos afectivos entre sus miembros y por compartir valores y normas comunes— y sociedad —caracterizada por escasos vínculos directos entre sus miembros y por la ausencia de valores y normas comunes al estar reguladas sus relaciones por el interés—, distinguirá patrones centrales de conducta acordes con cada tipo de sociedad. Durkheim, por su lado, apoyándose también en Tönnies pero con 34
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