dado paso a una matriz socioeconómica y política a la vez que articulada, diferenciada y desigual, en tanto que en las primeras —y Giddens se refiere principalmente a las sociedades agrarias— estos procesos no han terminado de configurarse. Puede ser útil asumir esta diferenciación como polos referenciales para leer las especificidades históricas que poseen sociedades como la nuestra, que no son más sociedades agrarias pero carecen de Estados-nación y de mercados internos sólidos que amplíen y densifiquen las redes de interdependencia económica y política. En segundo lugar, podemos revisar la noción de opresión económica no explotadora que introduce Wright289. Este autor considera que la explotación es una forma particular de interdependencia de intereses materiales de las personas, situación que debe satisfacer tres criterios: 1. El principio interdependiente de bienestar inverso: el bienestar material de los explotadores depende causalmente de la privación material de los explotados, por lo cual sus intereses son antagónicos. 2. El principio de exclusión: el anterior principio depende de la exclusión de los explotados al acceso a determinados recursos productivos. 3. El principio de apropiación: la exclusión les otorga ventajas materiales a los explotadores porque les posibilita apropiarse del trabajo de los explotados. Si los dos primeros principios están presentes pero falta el tercero, lo que existe es una situación de opresión económica no explotadora. En esta situación, el bienestar de los grupos privilegiados se produce a expensas de los no privilegiados, y esta relación inversa está basada en la propiedad y el control de los recursos económicos, pero no hay apropiación del trabajo, no hay transferencia de los frutos del trabajo de un grupo a otro. Esta noción resulta muy sugerente para el análisis de clases en nuestra sociedad dada la estructura productiva y la de empleo, caracterizadas por el mayoritario peso de lo informal y por la sobredimensionada participación de un grupo minoritario, nacional y extranjero, en los recursos económicos. En tercer lugar tenemos a la noción de articulación de modos de producción, que formó parte de los debates inconclusos de las décadas de los años sesenta y setenta en América Latina y que buscaba dar cuenta de las especificidades de nuestras sociedades, expresadas en los ámbitos 181
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