CAPÍTULO X. MARCO DE REFERENCIA DE LAS INSTITUCIONES Y DE LA CULTURA 10.1 CONSIDERACIONES PRELIMINARES: MULTIDIMENSIONALIDAD DE LA CULTURA Y DEFINICIONES CONTRAPUESTAS Los seres humanos, como se vio en el acápite sobre el marco de referencia de la persona, debido a las características de su configuración biológica, requieren de la cultura para desarrollar una estructura interna que les permita conducirse organizadamente. A diferencia de tendencias afines a los postulados de Freud, la sociología sostiene que tanto la cultura como la psique humana tienen historia y se transforman interdependientemente a lo largo del tiempo (Elias; Berger y Luckmann). La complejidad de estos procesos convierten a este marco de referencia en un campo de estudio sumamente estimulante y exigente, pues además de contener sus propios temas de análisis, constantemente ampliados por las transformaciones en los modos de vida de las sociedades228, es el articulador por excelencia entre los marcos de referencia de la persona, la acción y la estructura social. En tanto sostén fundamental —institucional, práctico y subjetivo— de las formas de ser, entender, actuar e interactuar de las personas y grupos, la cultura, objeto central del análisis sociológico, exige prestar atención a sus múltiples dimensiones para evitar caer en el reduccionismo. Parsons, por ejemplo, autor de la definición sociológica más básica de cultura — conjunto de fines, valores, normas, pautas y expectativas que caracterizan a un grupo con permanencia en el tiempo—, privilegió sus aspectos institucionales porque consideraba que era la forma más simple y directa de abordarla y de establecer sus relaciones con la estructura y los sistemas de personalidad229. Pero la cultura, además de la dimensión institucionalizada que se expresa en valores y normas generales de conducta, posee también una dimensión subjetivada: la necesidad —y las capacidades— que tienen las personas de 147
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