en el acápite anterior y, especialmente, con el papel que juegan los motivos en su desempeño social. Los procesos motivacionales constituyen el sustrato básico a partir del cual los sujetos movilizan energías para interactuar con otros y emprender no solo acciones aisladas, sino, a decir de Schutz y Giddens, proyectos de acción, que implican actuaciones sostenidas en el tiempo para alcanzar objetivos de mediano y largo plazo, por lo que no siempre corresponde a cada acción individual un motivo particular222. Desde este punto de vista, es posible afirmar que tanto el desarrollo personal como el desempeño del actor social están sostenidos, por un lado, por el substrato motivacional originado en su proceso de constitución como persona; y, por otro, por el marco institucional y el tipo de interacciones a las que tiene acceso y que le posibilitan o impiden satisfacer las necesidades que a continuación se señalan. En su modelo analítico sobre los procesos motivacionales Turner plantea que las personas están dispuestas a movilizar energía en la interacción en función de satisfacer necesidades psicosociales básicas para evitar estados de ansiedad difusa y para mantener la propia imagen. Entre las necesidades a atender él destaca los sentidos de pertenencia grupal, de confianza y seguridad ontológica, así como la búsqueda de satisfacción simbólica/material y de reafirmación del propio sentido de realidad. Es en procura de responder a las necesidades descritas en el proceso motivacional que los actores, socializados en determinada clase, grupo cultural, género y trayectoria, deciden interactuar con otros y emprenden lo que Turner denomina proceso interaccional. En este segundo proceso los actores, haciendo uso de los modos de desempeño aprendidos, desarrollan y configuran una dinámica interaccional acorde con la situación social en la que se encuentran, para lo cual —y en función del rol que le toca desempeñar a cada uno— se hace uso de autoreferencias, de capacidades deliberativas y del stock de conocimientos a mano. El proceso, en la medida que transcurra sin inconvenientes, implica el reconocimiento de los roles de los otros y una afirmación del propio mediante rituales y acciones dirigidas a prestar o reclamar atención pautadas en el tiempo; es decir, la interacción es un proceso y una situación —ambos sostenidos mutuamente por los participantes mediante la emisión e interpretación de significados verbales y no verbales— que supone tanto la definición del marco social en el que transcurre la interacción como la realización de prácticas compartidas. 138
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx