de la acción que están bajo el control de los actores y las que no, e indica que la acción puede dirigirse tanto hacia objetos sociales (individuos y sus personalidades, colectividades) como no sociales, entre los que incluye a los objetos físicos y culturales objetivados. ¿Cuáles son las fuentes de las orientaciones utilizadas por los sujetos? Responder esta interrogante requiere conocer la noción de sociedad elaborada por Parsons en un texto posterior, en el cual señala que las sociedades están constituidas por tres grandes componentes: sistema social, un conjunto interrelacionado de posiciones; cultura, que posee mayor cobertura que el sistema social dado que la red de relaciones y las interacciones siempre están envueltas por los aspectos valorativos y normativos que regulan a la sociedad. La cultura está integrada a su vez por tres subsistemas: subsistema de ideas, conocimientos y creencias; subsistema de valores orientadores; y subsistema de símbolos estéticos y expresivos. Los sistemas de la personalidad son el tercer componente y reúnen las características sociopsicológicas propias de los sujetos socializados. Los sistemas de personalidad no son derivados inmediatos ni de la cultura ni de lo social, pero están estrechamente relacionados con ambos, pues por medio de la socialización los sujetos introyectan los valores y reglas de su entorno en función de las posiciones sociales que ocupan y de los roles que desempeñan. Los tres componentes se pueden distinguir analíticamente por razones teóricas, pero en el ámbito empírico se encuentran intrínsecamente relacionados. Además, los tres son claves para entender la acción pues esta siempre está constituida por aspectos sociales, culturales y motivacionales. Este modelo analítico de sociedad permite responder la pregunta sobre las fuentes de las orientaciones. Como se dijo, la intención inicial de Parsons fue desarrollar una teoría voluntarista de la acción tomando como eje la dimensión subjetiva de los actores pero, en un trayecto posterior de su recorrido académico, expresado en el libro publicado con Edward Shils en 1951 (Hacia una teoría general de la acción)217, al preguntarse de dónde provienen las orientaciones que estos utilizan, concluye que se originan en el proceso de socialización mediante la internalización de valores y normas de cada uno de los subsistemas culturales institucionalizados: el subsistema cultural de las ideas, creencias y conocimientos fundamenta la orientación cognitiva; el subsistema simbólico-expresivo la catéctica; y el subsistema valorativo-normativo la 135
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