para el logro de fines propios racionalmente sopesados y perseguidos; 2) racional con arreglo a valores: determinada por la creencia consciente en el valor —ético, estético, religioso o de cualquier otra forma como se lo interprete— propio y absoluto de una determinada conducta, sin relación alguna con el resultado, o sea puramente en méritos de ese valor; 3) afectiva: especialmente emotiva, determinada por afectos y estados sentimentales actuales; y 4) tradicional: determinada por una costumbre arraigada»209, señaló que las dos primeras predominan en la sociedad moderna y las dos últimas en la tradicional. Sin embargo, Weber advierte que en la vida cotidiana la acción llevada a cabo por los sujetos se sustenta en combinaciones de los cuatro modos de acción, según los espacios en los que se efectúen, y se realizan, la mayoría de las veces, con escasa conciencia de su sentido mentado. Para atender la diversidad de posibles combinaciones y los distintos grados de conciencia de los actores propone utilizar a la acción racional como el prototipo conceptual de acción frente al cual medir el comportamiento real, advirtiendo que el sociólogo debe tener cuidado de no confundir este procedimiento metodológico con una orientación racionalista para el análisis de la acción. Adicionalmente, para evitar equívocos210, es necesario recordar que para Weber los sujetos siempre actúan dentro de marcos valorativos definidos socioculturalmente. El enfoque de la acción social weberiano ofrece un modelo analítico, aplicable al estudio de cada tipo de acción, compuesto por los siguientes aspectos: 1. La conducta visible del sujeto. 2. El sentido subjetivo e intencional que le atribuye el actor a su acción. 3. La orientación hacia los otros (presentes o ausentes). 4. La conducta esperada (aunque este aspecto conserva un carácter implícito en su propuesta). En función de estos elementos tanto los actores sociales en la vida cotidiana como los sociólogos proceden a la interpretación de la acción, proceso que en su núcleo básico consiste en establecer, de un lado, la relación entre conducta visible y sentido subjetivo y «motivos»211; y, de otro, la relación entre estos aspectos y la conducta esperada. La interpretación puede realizarse por dos vías: la que Weber llamó endopática, que consiste en atender fundamentalmente a los estados 133
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