El debate no es materia privativa de la sociología, pues forma parte de las distintas orientaciones valorativas y teorías filosóficas, religiosas, políticas, psicológicas y jurídicas que buscan definir tanto la conducta apropiada y la transgresora en cada campo como la responsabilidad que le corresponde al actor para alcanzarla o, en su defecto, para acatar las sanciones por haber incumplido la norma. En la vida cotidiana este es uno de los dilemas existenciales que con mayor o menor frecuencia, y con distintos grados de elaboración y carga emocional, todos los miembros de una sociedad enfrentan en distintas etapas de sus vidas. En ciertas circunstancias las personas prefieren presentarse como independientes y libres de cualquier condicionamiento, sobre todo cuando buscan afirmar su autonomía y/o mostrar sus logros, mientras que en otras enfatizan las restricciones socioestructurales que les impidieron alcanzar sus metas o que las impulsaron a conducirse de una manera y no de otra, especialmente cuando son criticadas por sus acciones. A pesar de los puntos de vista encontrados se puede afirmar que la mayoría de enfoques sociológicos no acepta ni una determinación ni una libertad absolutas, ya que empíricamente se constata que para hacer posible la vida en común concurren dos procesos simultáneos: por un lado, las sociedades exigen a sus miembros asumir la responsabilidad individual de sus actos dentro de parámetros institucionales; a la vez que, por otro lado, las personas de hecho están sujetas a relaciones de interdependencia y a condicionamientos específicos diferenciados. Las exigencias de responsabilidad y los condicionamientos favorables y desfavorables no están repartidos equitativamente ni posibilitan las mismas oportunidades de realización personal a todos los miembros de la colectividad institucionalizada. No siempre la acción transcurre de acuerdo a las pautas dictadas por la socialización e institucionalización, pues también está abierta a la desviación social, entendida como la trasgresión de una norma culturalmente definida202. Así, la desviación social forma parte de los tipos de acción social y debe analizarse en relación con los procesos de socialización y de institucionalización, así como en relación con las oportunidades y posibilidades que estos abren o cierran a los individuos y a las colectividades. Todo proceso de institucionalización supone también uno de desinstitucionalización, dado que en la vida social, desde el punto de vista de la larga duración histórica, no hay nada fijo. No toda desviación social constituye un elemento negativo para la sociedad y, en 131
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