La Corona española, a través del gobierno colonial, impuso sobre las poblaciones originarias no solo un dominio —cuyas formas fueron variando a lo largo del tiempo— económico y político directo, sino también cultural y lingüístico, pero a la vez permitió que las poblaciones indígenas mantuvieran un mínimo control sobre sus medios y condiciones de producción para atender su subsistencia; de esta forma, sin tener que enfrentar los costos de reproducción económica y social, podía extraerles mano de obra, tributos y productos, y evitaba que los españoles y criollos acumularan demasiado poder y riqueza, lo que podía inducirlos a buscar su autonomía y a separarse del mandato real. Ni la Corona ni los grupos dominantes afincados en el territorio peruano tuvieron una estrategia conducente al desarrollo del mercado interno170. Parte de la producción agropecuaria estuvo orientada por la satisfacción de las necesidades y no por la lógica del mercado; parte de la tierra permaneció en manos de las comunidades —lo que fue motivo de continuos actos de despojo violentos por parte de los españoles y criollos mestizos, y de lucha y levantamientos por parte del campesinado indígena a lo largo de siglos—; y la población indígena, que era la mayoritaria, al retener los medios de producción mínimos para posibilitar su subsistencia, permaneció como «reserva permanente y disponible de mano de obra» a la cual se le extraía excedente por medio de la coerción política, muchas veces aplicando métodos violentos. De este modo, en la etapa temprana del capitalismo manufacturero, la lógica económica que se impuso en la Colonia estuvo regida por el lucro y la obtención de ganancia, empleando métodos extraeconómicos y violentos y monopolizando las actividades mercantiles y la acumulación de oro y plata. Comunidad política y orden institucional La lógica institucional y normativa diseñada para el manejo de los recursos y para el gobierno de las personas nació de las necesidades económicas y de los intereses políticos de la Corona española y de sus grupos dominantes, los que muchas veces no coincidían con los grupos dominantes afincados en el Perú. La distancia, la tensión permanente entre el deseo de la Corona de ser obedecida y el deseo de sus súbditos de alcanzar mayor libertad de acción y control sobre los recursos, así como la ignorancia de la situación sobre la que se legislaba, entre otras razones, contribuyeron para que en el Perú colonial se fueran configurando una 101
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