Rutsi, El Pequeño Alucinado
blanco para probar su destreza. De pronto, RutsÍ sinti6 un agudo dolor en el corazón y lanzando un lastimero quejido fue a caer desplomado a los pies de Shambi. Esta lo recogió co1npasiva y lo apretó contra su pecho, pero ya el pobre chirreclés estaba muerto. Entonces Rutsí, el geniecillo, despojado de su cuer- po, volvió al lado de su Padre Río. Este lo recibió ca- riñosamente y le .dijo: -Ya no te vuelvas a ir, hijo mío. ¿No vives más feliz entre nosotros? Pero Rutsí insistió en su deseo de ser hombre. El Padre Río llan1ó nueva1nen te a la hechicera y le ofreció" una recompensa, si complacía esta vez a su pequeño Rutsí. La Runa- mama pidió un tie111po de plazo, n1ien tras consultaba a las aves misteriosas de la selva .... Y otra vez la lechuza, llamó una noche al genie- cillo y la bruja se encerró con él en la cueva, y los otros diminutos espíritus que atisbaban en los alrededores, oyeron un gran estrépito y luego apareció Rutsí com- pletamente transformado. La Runa-mama estaba satisfecha. Todos sus con- juros y sortilegios, habían tenido felices resultados. Rutsí se había convertido en una especie de hombre- cillo salvaje, con toda la apariencia de un muchachi- to. Tenía ~na cara muy linda y unos ojos n1uy vivos, la tez bronceada y el pelo negro como el alquitrán. "Serás un hombre, como lo has querido -dijo la hechicera- y como tal estarás sujeto a sus necesi- 16
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