Rutsi, El Pequeño Alucinado
preparar la ·pusanga y el piri-piri, bebedizos mági- cos que utiliza la gente para hacerse querer, y el aya- huasca que hace ver el porvenir. Ella tenía oídos sobrenaturales, abiertos para los ruidos m4s imperceptibles, y así oyó la llamada del Padre Río y acudió esa noche para platicar con él. -Uno de 1nis geniecillos - dijo el venerable vie- jo-, el más alegre y travieso, desea convertirse en hom- bre. . . . ¿Qué dices? . . . . ¿Lo puedes hacer ... . ? -¡Oh Buen Padre Río -contestó la bruja, des- pués de saludarlo reverentemente. Tengo. poderes ma- ravillosos, es verdad, pero tú me pides demasiado! .... Yo podría convertir a ese pequeño y loco espíritu en serpiente o en ave, -pero en hombre ciertamente que no. Si aceptas mi consejo, le daremos a n1odo de prue- ba un cuerpo. de pájaro, un pájaro de hermoso pluma- je y se sentirá muy feliz. También es posible, que cuan- do trate de remontarse sobre las copas de los árboles y se convenza de que es imposible atravesar la selva, porque ésta es un mar verde sin fin, deseará volver a ser un geniecillo del Río, con10 lo ha sido siempre. Rutsí ºY? esa noche una llamada misteriosa. Era una lechuz~ que le enviaba la Runa-mama para guiar- lo a su cueva. -· ¿Qué me quieres? -le preguntó Rutsí. -El Buen Padre Río ha querido complacerte. Vas a convertirte en un ser de carne y hueso -le contestó la bruja. Entraron a la cueva y los otros geniecillos que atis- 14
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