de semejante ocurrencia. Al día siguiente partió a Lima, llevando sus sinsabores y sus poemas inmortales: Los heraldos negros. Mientras tanto, Zoila Rosa Cuadra indagó con los otros amigos sobre la suerte de César Vallejo, y estos, guardando el secreto de sus alegóricas identidades, le dijeron: «Se ha ido por el engaño de su amada Mirtho». Muchos años después, hacia 1932, Mirtho visitó a uno de los miembros de aquel Grupo Norte: Antenor Orrego. Ella estaba casada, abrió la cartera y sacó un viejo papel con frases de amoroso rendimiento escritas por Vallejo. «¡Nunca he podido olvidarlo!», dijo, «pero aquel domingo quedé abandonada en la Plaza de Armas, sentí vergüenza y desengaño y nunca supe por qué me dejó. Nunca recibí explicación alguna, porque él se fue a Lima y de allí a París». Así, y solo entonces, supo Zoila Rosa Cuadra que ella era Mirtho y que César Vallejo era llamado Karriscoso (Patrón Candela, 1992, pp. 129-130). Por otro lado, es posible actuar con una falsa percepción de nuestros interlocutores y así ser más o menos simpáticos, más o menos impresionables. Ese será el momento de un examen interior, lo que resultará más fácil si actuamos en grupos. Es conveniente asignar a cada individuo un papel que, para este caso, puede ser el de un observador crítico del grupo que integra y que le permitirá actuar como un juez dentro del propio equipo, dando un fallo justo sobre la forma en que estamos actuando. Junto a estas medidas para conocer las limitaciones de la personalidad de los individuos, están las contingencias que pueden generar los prejuicios y que ocasionan el rechazo a las ideas de los demás sin examinarlas previamente. Esto se puede combatir exigiendo al negociador un doble esfuerzo de razonamiento y una buena formación en la técnica de negociar. Otra situación que se debe superar se presenta cuando nos encontramos sujetos que tienen personalidades anormales, principalmente los psicóticos maniacodepresivos, que usualmente tienen una gran inteligencia, pero cuya personalidad nos puede llevar a situaciones conflictivas o crear estados de desesperación. 1.4. El lenguaje Aun cuando los negociadores hablen el mismo idioma, las palabras y el tono pueden llevarnos a diferentes interpretaciones. Hay palabras que figuran en el diccionario como sinónimos y que, sin embargo, despiertan en nuestras mentes distintas imágenes. Decía Mark Twain: «Existe tanta 44
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