Negociaciones comerciales internacionales

percepción. Existen para ello técnicas de relajamiento, de control mental, y aun ejercicios de respiración; pero se sugiere que se piense dos veces antes de actuar, o dejar un lapso entre el acto y la respuesta. La experiencia nos dice que con frecuencia nos hemos arrepentido después de actuar inmediatamente bajo cargas emotivas en lugar de diferir la respuesta; por tanto, lo mejor es diferir la reacción o conclusión hasta que haya transcurrido un tiempo. Con toda certeza, podemos asegurar que nunca será necesario un largo período de espera: en la mayoría de los casos este no supera las 24 horas. Una vieja recomendación para redactar cartas surgidas al calor de una reacción o emoción violenta señala y aconseja que se redacte tal cual se siente, después se guarde en la gaveta de nuestra mesa de trabajo, se saque dos días más tarde y se lea. Solo entonces, y después de ello, podremos enviarla. Muchos —si no todos— no lo harán o modificarán sustancialmente el texto inicial. Existen ciertas pautas generales y universales respecto a la forma en que todas las personas sin excepción actúan o reaccionan. Por ejemplo, si alguien pide algo sonriendo con certeza tendrá una respuesta acogedora; de la misma forma mientras más hostil es la manera de hablar a otra persona, menor será la probabilidad de recibir una respuesta amable. 1.3. Las falsas impresiones Cuando en una reunión social se es presentado ante otras personas, quien llega se forma una impresión sobre ellas, una imagen que resume el aspecto físico, vestimenta, forma de hablar y simpatía. Es decir, se adquiere una impresión del otro y a su vez también se imagina cómo lo habrán recibido. En ese momento se han ejecutado dos procesos: el primero consiste en inferir características y atributos de la persona observada y organizar estas inferencias en una impresión coherente, y el otro es la síntesis de lo que usted mismo cree que ha hecho llegar a la otra persona. Nos formamos impresiones dependiendo de las circunstancias informativas o las motivaciones. En ocasiones predominan en ellas nuestros esquemas y categorías previas; otras veces es la información adicional, es decir, clasificamos a la persona. Si ella carece de interés para nosotros, el proceso de la impresión finaliza allí; si, por el contrario, nos interesa, prestamos atención a los elementos informativos que presenta y le adjudicamos cierto valor. 42

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