Negociaciones comerciales internacionales

delegaciones andinas han descubierto, con sorpresa, que tienen amplias coincidencias en temas como los subsidios agrícolas, propiedad intelectual, medicinas y el impacto de las pequeñas y medianas empresas frente a las transnacionales. Vale decir se está yendo a un proceso en el que no existe un plan preciso de negociación de ningún país latinoamericano. Una de las causas de esta situación es tal vez la falta de un centro de planeamiento estratégico en los países latinoamericanos involucrados. A esto se une la inmensa experiencia del equipo de los Estados Unidos de América, que viene de negociar con los países de América Central, Chile y República Dominicana. Colombia y Perú, por su parte, reciben la visita de profesores de universidades americanas que en cortas y breves misiones de asistencia técnica internacional nos resaltan las bondades del proceso. Lo que cuenta en este proyecto del ALCA —a través de tajadas de TLC — no es tanto el inmenso tamaño del mercado de los Estados Unidos de América, su espectacular PBI —del cual no participaremos— ni la súbita y rápida adhesión; lo que realmente cuenta es la calidad del acuerdo final que no solo tiene aspectos comerciales. Lo que interesa es que sea un tratado sostenible en el tiempo por ambas partes; un acuerdo con etapas claramente definidas que busque reducir las asimetrías e intente la equidad de millones de seres humanos hambrientos y postergados; en definitiva, un tratado en el que nuestros países saquen algún provecho específico y no solamente sea una exposición a una competencia en la cual las condiciones de sobrevivir son limitadas o nulas. La UNCTAD nos señala que, en todo el decenio de 1990, después de la institucionalización del comercio mundial, con la OMC, los países en desarrollo, como los latinoamericanos, están en una situación más desventajosa de lo que estaban en el decenio de 1970, cuando primaba en cada uno de ellos políticas de promoción de exportaciones. 6.3. Beneficios y objeciones El esquema ha sido recibido con beneplácito y aliento o el apoyo franco de muchos funcionarios públicos de América Latina, principalmente de Costa Rica, Colombia, Chile y el Perú, así como de los exportadores de commodities y empresarios del sector servicios. En cambio no ha sido acogido con afecto por los pequeños y medianos empresarios, agricultores, un sector académico y los gremios laborales. Se llegó a afirmar que con el TLC ganamos todos: «Debe quedar claro que las negociaciones no se hacen para beneficiar a grupos en particular, 244

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