Negociaciones comerciales internacionales

país en particular. Esto se pone en evidencia en las concesiones unilaterales de principios de la década de 1990, cuando Colombia y Perú hicieron la desgravación más agresiva en Sudamérica y bajaron sus niveles promedios de protección arancelaria. 6.2.7. Falta de identidad y compromiso de los equipos negociadores Una de las falacias con que se ha iniciado estas negociaciones es que son ineludibles, inevitables y apodícticas. Así, es preciso aceptarlas casi como un mensaje apocalíptico y por ello solo resta aplaudir, pues todo aquel que haga una crítica es un retrógrado y un iluso que se niega a admitir lo ineludible. Uno de los aspectos culturales de la globalización económica que se intenta difundir es la desnacionalización de los Estados. Así, muchos profesionales esbozan la tesis: «el mercado internacional es bueno y las interferencias del Estado son malas», en tanto que cualquier acción destinada a resguardar los intereses nacionales es inconveniente si afecta los de otras potencias. Esto explica las críticas al fallo del Tribunal Constitucional del Perú que reconoce la legalidad de una bonificación o puntaje adicional a los productos o postores nacionales que intervienen en licitaciones públicas internacionales. Sin embargo, los países con mayor presencia en los mercados son aquellos que defienden sus intereses y poseen sentido de patria. ¿Podría alguien pensar que la primera potencia del mundo, los Estados Unidos de América, no es un país patriota? Basta ver sus películas, sus series de televisión, sus símbolos llevados al merchandising. Igualmente, las naciones latinoamericanas que destacan en las exportaciones son las que han impulsado su industria nacional y protegen sus inversiones en el exterior con vehemencia, incluso utilizando mecanismos de disuasión, cuando no medidas restrictivas. Una mirada a los vecinos es suficiente. El patriotismo no ha sido sepultado por la globalización económica; por el contrario, es un impulsor del desarrollo y el crecimiento. Mientras más se abran los países latinoamericanos a la globalización, más deben lanzar su mirada de introspección a sus propias realidades, pues los mercados no han sustituido a los Estados nacionales. Por eso, el primer deber de los funcionarios del Estado y de los negociadores es ser patriota de su propia patria (Rodríguez Cuadros, 2004, p. 32). Conviene primero mirar nuestra oferta exportable, y cuando negociemos en los foros internacionales, admitir y defender los intereses nacionales. 242

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