suficientemente articuladas. Y, ciertamente, esa falencia se paga con magros resultados y en muchos casos con total falta de impacto. Aquí el libro nos está indicando un camino y ello es bueno para cualquier masa crítica, universitaria o no, teórica u operativa. Y de paso: es buena cosa que este tipo de obras alcance difusión fuera del recolecto espacio de las aulas e ingrese en el mundo de la gestión, sea esta —lo hemos recordado—, pública o privada, de contenido político o económico, general o particular, etc. En suma: a estas alturas y respondiendo al nomen de este párrafo, diría que los capítulos I y II, se complementan y han de responder a una concepción y lectura articulada. Otro tema es el del capítulo III, y a él pasamos a referirnos enseguida. III. EL PROCESO DE NEGOCIACIÓN Admitiendo que al igual que cualquier proceso este puede dividirse en fases y más allá de su distinción entre «emotiva», «reflexiva» y «negocial», nos parece fundamental el aporte del ritmo variable o «in crescendo» propio de cualquier negociación y todavía, in extremis, la conclusión a que arriba el Profesor: «el hecho de identificar el conflicto es un éxito del proceso». El tema de los objetivos del proceso de negociación —que conlleva un plan—, así como los márgenes de la negociación son otros tantos aspectos que si bien pudieran lucir como obvios, su confusión es en ciertos casos el factor de fracaso o de frustración. Y como contraparte, de éxito si se parte de una idea clara al respecto. En el mismo sentido: la identificación precisa de los objetivos centrales de una negociación suele ser trabajo bien complejo y a ese efecto recordemos el ejemplo de las relaciones MERCOSUR-Unión Europea, en las que la defección de una sintonía fina en cuanto a los objetivos esenciales del Tratado de Madrid ha determinado una suerte de isolation de la materia económica del contexto político que le diera nutriente y fundamento, llegándose a la situación actual de un verdadero impasse. Y aún el caso del ALCA, en el cual la diversidad de visiones y objetivos condujo al estancamiento de la negociación. Naturalmente, lo antedicho no obsta a reconocer la mutabilidad de las situaciones políticas de las regiones negociadoras y sus efectos sobre el proceso (ej.: la consolidación de los procesos de democratización), pero en 11
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