Literatura, imaginación y silencio

26 de globo a medio de transporte para acercarse a los pá- jaros y al cielo. Es decir, la imaginación hace volar, pero en vez de atribuir ese vuelo a la magia o la ensoñación, todos podemos conocer de cerca y manejar los resortes de las diferentes máquinas metafóricas para volar y eso nos vuelve mejores pilotos de vuelos imaginarios. O sea, la actividad imaginaria no es amorfa ni inabordable. Conocer algunos de sus mecanismos constructivos nos hace más soberanos de nuestra capacidad de imaginar, tal como lo plantearon autores diversos como Gianni Rodari (2002), Lev Vigotski (2003) y Maite Alvarado (2013), al proponer que todos podemos apropiarnos del arte de la invención cuanto más sepamos y nos fa- miliaricemos con sus engranajes. En la actividad metafórica (se trate esta de la inven- ción o de la lectura de una metáfora), prestar atención es un momento clave e inaugural. La atención es la posibi- lidad de detenernos en algo o alguien en vez de sobrevo- lar. Cuando prestamos atención merodeamos en torno a aquello en lo que nos posamos sin afincarnos del todo y desde ahí comenzamos a volar mirando de reojo a la tie- rra, que es nuestra plataforma de vuelo. Si la detención no ocurre, quizás perdemos oportunidades preciosas de recrear el mundo, como dice Wislawa Szymborska en su poema «Falta de atención», acerca de lo que sucede cuando no nos concentramos en mirar con ojos atentos

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