La novela moderna : estudio filosófico

-5- de no se vislumbra la realidad de la vida humana; así el naturalismo, creóse un hombre, donde no se vislum– bra la realidad de los sentimientos y afectos que agi– tan al ahna humana. El naturalismo, más que una escuela de principios, hR, sido una reacción revolucionaria, y todas las reac– ciones son extremas; es decir, van más allá del punto donde debieron quedar. Después del desenfreno romántico, la realidad ha caído corno un cuerpo pesado, hundiendo el platillo de la balanza hasta tocar, no con el hombre, sino con el • _animal; no con el que levanta su frente poblada de pensamientos, y lleva su corazón henchido de afec– tos, sino con el que se arrastra al nivel de la animali– dad. En literatura no deben haber reacciones violentas, que lleven al escritor, de uno al otro extremo; sino simplemente trasforinaciones, que innoven la for1na artística ó el procedimiento estético; mas no la esencia misma del arte. cuando éste tiene, como la novela, por único fin estudiar al hombre. De este principio incuestionablP, deduciremos una constlcuencia, ta111hién irrefutable; y es la siguiente: to da escuela que tiende á cambiar la naturaleza mora dd hornbre, ya sea, como el romantici~rno, idealizan do sus cualidades y embelleciendo sus pasiones, hasta crear seres tan perfectos, coino no existen en el mundo; ó ya. degradándolo, hasta desposeerlo de todos los sen– timientos y pasiones, que son la parte más bella y más cierta de su ser, será una escuela viciosa é incom– pleta En tanto el romanticismo, ha dañarlo los corazones por exceRo <le ficción é idealismo, la escuela natura– lista los ha dañarlo por carencia de ideales, por atrofia del sentimiento y supresión completa del ser moral. II. La lucha que la escuela romántica ha sostenido con– tra la naturaliRta, es de todo en todo idéntica á la que aquella sostuvo contra l.a escuela clásica. Se trataba entonces de dar mayor amplitud al genio, limitado hasta entonces [)Orla escuela griega, á pin– tar la belleza, aun desco1npletando al hombre y a la uatutaleza. Los clásicos Eincontraban repugnante y