La novela moderna : estudio filosófico

- 22-·· Es llegado pues el momento de deslindar el natu– Falismo de los 1naestros y sus continuadores. De Standhal, podemos decir lo misn10 que de Bal– zac; ni el uno ni el otro son propia y genuinamente na– turalistas. Cuáles son pues - se nos dirá - los méritos de estos dos noveladores, que Zola ha colocado á la cabeza de su escuela.... . · Son realistas y este es su mejor tí tulo. Y aquí es llegado el 1nomento preciso de trazar una línea divisoria que separe el naturalismo que todo lo refiere á la materia, haciendo depender de ella, toda las de causas los actos humanos, los que, según fü::a escue– la no son más que expresión de las fuerzas creadoras de la naturaleza, sujetas al mismo determini~mo que debe regir la piedra del camino y el cerebro humano; no así el realismo, que al copiar lo real abarca la parte psíquica del ser humano. y considera sus 1nanifesta– ciones con toda la espontaneidad propia de nuestra na– turaleza moral, sin desviarse de la verdad ni a un con el objeto de moralizar, purificar, ó alcanzar un fin en el perfeccionan1iento humano. La realidad tiene su moral propia, y es la que se desprende de toda verdad. El realismo es la magnífica divisa, bajo la cual pue– den cobijarse sin causarse daño ni contrarrestarse, lo mismo el más subjetivo poeta lírico que el más objetivo y filósofo novelador. Clasicis1no, romanticismo, naturalismo todos sin dis– tinción ninguna pueden afiliarse á la nueva escuela, que allí sólo se rinde culto á lo real y verdadero. La verdad sin convencionalismos, ni imposiciones; he aquí la nueva escuela que nosotros deben1os acatar y seguir; ella no es más que una evolución, que coloca el arte en el término . medio sin empequeñecer ni desfi– gurar al hombre, sino más bien. acercándolo á los grandes problemas que debe resolver la sociología; esa ciencia de la cual Heber Spencer dice, que está aún por crearse, y á la cual el arte, puede llevarle el contin– gente de su experimentación. Precisa de hoy en adelante, establecer un cordón sa– nitario que salve á los escritores realistas, del conta– gio de los naturalistas. El uno es tan diverso del otro, como es lo limitado de lo ilimitado, lo exclusivo de lo ámplio y aun lo material de lo espiritual. El uno co-

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