La novela moderna : estudio filosófico
-9- ces no sólo el vulgo sino también los hombres pensa– dores, batieron palmas, exclamando:-Esta es la rea– lidad!. ... este es el h01nbre !.... Y . t se equ1vocaron ..... No, ese no es el hombre, Zola nos ha defraudado los órganos rnás importautes del cuerpo hun1ano; los que constituyen al hombre; esto es el corazón y el cerebro. Y luego hay más. Psos seres así incornpletos, podrían, con escasas excepciones, servir para los experimentos de un alieni5ta ó un hipnotizador. Son espíritus que adolecen de particularidades psicopáticas, propias de · la deg-eneración mental; personajes fatalmente pertur– bados deRcarria<los y viciosos: ya sea por el atavismo de una generación de borrachos y prostitutas; ya por tener esa constitución neuropática é hipr.1.otizahle, que determina la irr('sponsabilidacl de las faltas; ya por estar inoculados del virus, q1le los condena á un desti– no que fatalmente se les irnpone: ó bien por estar inficionados de la célula morbosa, que decide de ]a conducta de toda una generación que frenológicamen– te obedece á undeterminismo fa.talé ineludible. No, ese no es el hombre. Zola mismo lo ha dicho; el describe á la bestia hu- · 1nana. El gran Cullierre en su obra Las Fronteras de la Lo– cura, estudiando la psicología mórvida en la literatu– ra, y al famoso árbol genealógico de los Rougon-JJ1ac– quart. que según Zola es "la historia natural y so<'ial, de una familia bajo el segundo imperio," dice: Todos los personajes de esta monstruos8 epopeya son desarre– glados ó viciosos; pero más bien viciosos que desarre– glados; ladrones, adúlteros, incestuosos, alcohólicos, s~xuale~. sobr~ todo sexuales. Un olor acre de lujuria ~Ir?ula a traves de ia obra entera, y sobre todo en las u]t1mas narraciones, de tal n1oclo que los mismos dis– c1pulos del maestro, han llevado la severidad hasta tratarlas de colecciones de scatología y de caprolalia, de la competencia de los médicos de la Salpetriere." Y const~ que esta opinión, emitida por un Mien1bro <le la Sociedad Médico-psicológica de París; uno de los profesores de Ciencias experimentales á las que con tanto empeí'.3-~ s~ ha acogido Zola, es el más elocuente reproche d1r1g1do al naturalisn10. Y nosotros apoyados en esta opinión debemos pre– guntar:-Y ¿ el hombre sano •de cuerpo y alma; sano
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